jueves, 8 de septiembre de 2011

*Capitulo 5*

[este es un capitulo de transicion, cortito, asi que no os espereis mucho. Gracias a todas las que me habeis entregado premios y regalos, me dais animos para continuar escribiendo- Besos!]

Me despertaron los violines del inicio de Untouched , de the Veronicas. Por algún motivo u otro, cuando sonaban, pegaba un pequeño bote, y, por supuesto, esta vez no fue distinto.
-¡Ay!-gritó  alguien a mí alrededor.
Giré la cabeza a mi izquierda sobresaltada, y me encontré con un montón de pelo rubio ondulado, y unos enormes ojos azules perfilados por una raya de ojos.
-Te… ¿te he dado?- dije yo, frotándome los ojos para poder distinguir  la chica a la que supuse que pertenecían. Era delgada, tenía la cara fina, los pómulos marcados y unos labios anchos y carnosos.  Era muy guapa, y me recordó mucho a alguien, aunque no supe deducir a quien.
-Pues sí, me has dado, ¿no se nota?- dijo la chica, con evidente molestia.
-Lo siento mucho. –Susurré, sonrojada.-Me llamo Jacqueline.- “Jackie para los amigos y desconocidos” pensé, recordando la frase que pronuncié al conocer a Steffanie. Evidentemente, ahora no tenía a Holly conmigo, y eso me restaba seguridad en mi misma, pero procuré sonreír , intentando disimular la angustia que me producía recordar a mis amigas.
-Ah, Jackie.-dijo ella, poniendo pose dubitativa.- ¿No serás Jacqueline la del 49 A?
-¿49 A?- pregunté, hasta que caí en la ironía.-Supongo que tu eres la del 50 A,¿no?
-Supones bien. Soy Amber.
-Encantada. Y siento haberte quitado el sitio.
-¡Oh, no te preocupes! Prefiero el pasillo.-me respondió Amber, con una sonrisa.
Hubo un silencio incomodo. Yo me dediqué a esconder la cara entre mi melena pelirroja, como hacía siempre que me ponía nerviosa, mientras observaba como Amber sacaba un libro de su bolso y comenzaba a leer.
-¿Qué lees?-dije yo, con un tono más brusco del que me hubiera gustado.
-Oh, nada.-me respondió ella, mostrándome la portada del libro.- son las normas del internado al que voy. Ya estuve el año pasado, pero no me extrañaría nada que hubieran cambiado, ellos son así. Supongo que te sonará la Green Hills Academy , ¿no?
Mi cerebro empezó  a funcionar a toda máquina, intentando asimilar toda la información que no había llegado a comprender sobre la conversación. Las frases de Amber se me entremezclaban, y, por algún motivo que no llegué a comprender, sentí  una inmensa alegría. Y de pronto lo comprendí de golpe. La Green Hills era mi nueva academia, y la chica del 50 A era, probablemente, mi primera amiga.
-Yo,yo,yo…- empecé a tartamudear, incapaz de solucionar una frase coherente.- yo…¡¡yo soy de la Green Hill!!
-¿En serio? Qué raro, no recuerdo haberte visto antes por allí, y mira tú que llevo yendo 3 años.
-No, yo… Es el primer año que voy.
-Ah, ya decía yo que no me sonaba que hubiera una Jackie.-me respondió Amber, con un sonrisa.- Mi prima AJ también va por primera vez, será mi compañera de cuarto.  Si quieres puedes apuntarte, nos queda una cama libre.
-¿Lo dices en serio? Oh, dios, eso sería genial. Muchas gracias, Amber , de verdad.
-De nada.  Lo hice porque me encanta tu acento canadiense, es adorable.
-Gracias- dije yo, escondiendo de nuevo la cara entre el pelo.- Y, dime , ¿Cómo es el sitio? Las instalaciones, y eso , ya sabes .
-Oh, la verdad es que no está mal. No es como en las películas, ni mucho menos, ya quisiera yo un cuarto así, pero tampoco es una cárcel en Corea. Un término medio, vamos. ¿Qué te imaginabas tú?
-Cárcel en Corea.-confesé. Amber rió escandalosamente.
-¿Sabes qué, pelirroja? Tú y yo nos vamos a llevar bien.
-Eso espero.- dije yo, desenterrando mi cara, que había permanecido oculta tras mí mata de pelo durante toda la conversación.
-¿Te has leído ya las normas?- dijo Amber, mientras me tendía el fino librito.
-Sí , tengo yo mi propio ejemplar. Por eso dije lo de cárcel de Corea.
Amber rió de nuevo.
-No es tan malo mujer.  Hay buena gente, ya lo verás.
El viaje se me hizo más corto de lo que me esperaba.  Después de haber dormido durante aproximadamente 2 horas (según me  contó Amber), no me encontraba para nada cansada, y pude hablar con Amber a mi antojo. Me describió el internado, me habló de la gente, de las clases y de los profesores. Poco a poco, me iba haciendo una imagen mental del internado, con sus edificios modestos y sus caminos llenos de verde, y dejaba de asemejarse a una cárcel, o a un campamento militar, para ser lo que realmente era, un campus estudiantil, sin muchos lujos, pero con algunas comodidades.
Y antes de que pudiera darme cuenta, había llegado a los estados unidos.